—Silencio. ¡Si len cio!— se le oyó decir a Manuel Ferreirós. Era fin de año y tocaba la elección de mejor compañero en séptimo “J”.

—¡Aaaahhhg!— se le oyó gritar a Dante como producto de una disparada de balines calibre chico por el gordo Sardella.

—¡Sardella! Después de esto te vas a buscar un parte. Y dame esa pistola.

—Pero Manolo, si se la das a Lucas, me usa todos los balines.

—Sin discusión.

—Idiota. Nunca más te la presto— le reprochó Augusto.

Por el fondo estaban en otra:

—Pacho, ¿me grabás Yellow Submarine y el de Red Hot? Seis pesos en total, ¿no? Pero con foto. Por algo no le pido a Ñoco.

—Bueno, a ver. Cada uno va a agarrar un papelito y escribe el nombre del que corresponda. No escriban boludeces.

De repente se abre la puerta de la clase y aparece La Reina.

—Sardella acordate que mañana quiero ver los ciento cincuenta ejercicios. No me olvide que le pifiaste al tacho.

—Diego está metiéndose en varios problemas últimamente por lo que veo. Vamos, agilicen muchachos. Chau Marcelo. ¡El primero! Bien. Vayan poniéndolos en, a ver… (Manolo agarra el tacho y le saca la bolsa).

—Yo voté a Barrio— dijo Agus.

—¡Secreto! No le saqués la emoción— dijo el Pelado.

—Encima vota en joda— argumento Frankie.

—¡Eh, que te pasa!— Y ya parecía que Barrio se iba a las manos.

—Buen, muy bien— dijo el profesor. —Y el último. A ver. Bagnardi anda al pizarrón. Vas anotando.

—Cómo no Manolo, ¿y con esto tengo un diez?

—Va, empezamos.

1Torres.

—Bien Alvarito, promesa— afirmo Lipo.

—1Barrio.

—Gracias, gracias.

—1Ducros.

—1Gorostiaga.

—Ya va a salir, ya va a salir— se insistía Matidu.

—Duwavran vos no sacás ni uno— le interpeló Loite.

—¡Callate que vos tampoco!

—¡Piña! piña piña piña, ¡Piña! Piña piña piña.

—Vamos, tranquilícense. 1Madero.

1Vila.

1Silveyra.

—¡Vos sorete te sacas un voto!— se enojó Ibarzabal.

—Callate que yo lo voté— le dijo el Bana.

—Y yo también— añadió Ferrari por ahí.

—Uuud, Bagnardi. Tu voto no cuenta porque siempre te llevás matemática— le dijo Champpe.

—¡Ja! Y pensar que el año pasado me eligieron mejor compañero. El mismo año que le pegué en el estómago a Alvarito, cuando estábamos con Manu y Lipo en la clase en el recreo. Ilusos jajaja— argumentó Lewis.

—¡2Vila! Y va por el segundo.

2Madero.

2Ducrós.

3Ducrós.

—¡Pe—tiii—so! ¡Pe—tiii—so!

—3Vila.

—4Vila.

—5Vila.

—2Silveyra.

—Ves, ahí estoy yo— dijo el Bana.

—3Ducros.

4Ducros.

2Gorostiaga.

6Vila.

3Madero.

5Ducros.

6Ducros.

Venía pareja la cosa. Y terminó nueve nueve Piti y Manu.

—Bueno chicos, hay que desempatar— dijo Manolo. Así que se hizo una segunda vuelta y terminó trece trece también empatados, porque Dante no quería votar más. Pequeño problema.

—Manolo, tengo una propuesta— se lo escuchó a Yavi Yavi.

—A ver.

—Que pasen los dos finalistas a defender su persona.

—¿Que pasen a decir por qué son buenos tipos? Mmm… bueno, me gusta.

Y así sucedió. El primero en pasar fue Manu.

—Hola, chicos.

E inmediatamente fue interrumpido por una mezcla de vítores y abucheos.

—Por favor, por favor. Yo no quiero ensalzarme, simplemente les quiero decir que más o menos trato de hacer las cosas bien, como cualquier otro. A veces comparto mi bomba de papa en los recreos. Nunca me cagué a piñas con nadie. Al contrario, a veces defendí. Trato de que no anden burlando a nadie. Que se yo. Eeee. Buen, estudio lo que puedo.

—Basta, bajate de ahí— le dijo el Petiso. —Me toca.

—Buen, ja, si te parece.

—Pibes, es simple— asentó Piti. — Aguante el rock & roll, y vamos Menem que nos llevás a la Luna.

—¡¡¡Eaeaeeaeaeea!!!


Luis María



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