Erase una vez en Pibelandia.

Era un país hermoso. Siempre hacía calor. Por los ríos corría agua cristalina para quien quisiese beber. Sauces, robles y abetos por aquí. Acacias, áceres y abedules por allí. Vacas y ovejas. Parecía no faltar nada. Los habitantes eran los pibes. Unos hombrecitos pequeños. Por siempre estuvieron contentos. Pero desde hacía ya algún tiempo que algo no andaba bien.

Nadie sabía bien qué pasaba, pero el asunto era que ya nadie trabajaba. Y lo que es peor, ya nadie contaba cuentos. ¡Y nadie pedía ayuda! ¡Qué colmo!

Un día apareció de visita el ratón Pérez, porque al hijo de Ramiro se le había caído un diente. Tenía cuatro años.

Él llegó de noche, sin que nadie lo viera. Agarró el diente, depositó un dólar y pegó la vuelta. Cuando se disponía a retirarse vio que estaba el aire acondicionado prendido y la ventana abierta. Le llamó mucho la atención. Y lo que le pareció más raro todavía es que había una gigantesca montaña de ropa sucia sin lavar, como si se hubiese estado acumulando desde hace semanas. “¿Pero es que estos pibes no lavan su ropa?”, pensó el ratón Peréz.

Salió y fue al bar, por una fresca.

Allí todavía había muchos pibes, a pesar de ser la una de la mañana de un lunes. De hecho todos los pibes lo frecuentaban al menos una vez por semana sin importar la edad y recargaban sus growlers. Llenaban la heladera con esos botellones, ya que agua sólo en el water o ducha.

Se sentó en la barra, al lado de uno, y pidió una ipa. Amarga como a él le gustaba. Se preguntarán, “¿pero qué hacen los del bar trabajando?”. No señor, ad honorem. Comprenderán sin dificultad que para muchos la cerveza es una vocación.

- Estimado compañero - arrancó el ratón Pérez a su vecino -.

- Sí amiguito.

- Permítame que le pregunte. ¿Por qué es que están bacheadas todas las calles de este país?

¿Y por qué el piso está tan pegajoso? ¿Es que nadie limpia? ¿Y por qué usan velas, si tienen instalado un sistema eléctrico en todas partes? ¿Qué es lo que pasa?

- Amigo, ¿le digo la verdad? No lo sé. Nadie lo sabe y nadie pregunta tampoco ahora que me lo dice. Lo que le puedo decir es que hace ya algún tiempo las cosas cambiaron y entramos en crisis. Ya se va a ir. No se preocupe.

Y el ratón se quedó pensando. “Esto es grave. Esto no es sólo un problema de sistema sino que va más de fondo. Hay algo más con los pibes. Hay algo mal. Pero no se qué. Mmmm. ¡Diantres!”

El ratoncito, comprometido con la causa, se negó a irse de Pibelandia. Estuvo varias noches saboreando la espectacular cerveza del bar, ya que era básicamente lo único que funcionaba en la ciudad por ese entonces. La verdad que no estaba tan apurado en resolver el dilema y se entregó a la bebida. La cosa se empezó a poner más turbia. Ya no recordaba a qué había venido. Cada noche tomaba más y más. Hasta que una vuelta tomó demasiado, se emborrachó mal, y para peor se había quedado sin efectivo. Insultó a la cantinera por no servirle más. Lo agarraron unos pibes y lo arrojaron al río.

Al ratón, a pesar del cachetazo de la caída, le vino muy bien eso. Se despabiló, tomó agua pura, y se desintoxicó. Quedó tendido en la orilla, pero a la mañana siguiente ya era otra persona.

Al despertarse vio todo claro.

- Alguien ha estado dominando a los pibes. Y, lo que tal vez es más importante, a través de la cerveza. ¿Pero para qué? Esa es la gran pregunta. Por ahí para probar nuevos tipos de cerveza y ver sus efectos secundarios… No no, muy estúpido.

A ver. Si lo que les saca la libertad, la luz, a estos habitantes, es la cerveza, lo que me tengo que preguntar entonces es, ¿a dónde va la cerveza? - Acto seguido se dirigió al drenaje subterráneo. Siguió la corriente del afluente por un buen rato con su linterna del celular, y después de veinte minutos vio una luz. Se acercó cuidadosamente y allí estaba, un ejécito trabajando. Al fondo estaba lo que parecía una oficina con el letreo “CAZADOR DE IDEAS - NO MOLESTAR”. Era cierto. Había encontrado la causa. Más allá vió como materializaban “el excedente” en elemento digital, todo bajado a una computadora. Y eso se transformaba en múltiples negocios. Financiero, artístico, descubrimientos matemáticos, artefactos de todo tipo, etc, etc. Maquiavélico.

La cuestión era ¿cómo vencer a este ejército siendo el ratón Pérez él sólo?

El ratón era listo, pero no tan. Entonces lo que hizo fue meterse en la compu de ideas y preguntarle qué hacer en un caso como este. A lo cual la computadora contestó “¿la fábrica de cerveza está en el mismo nicho subterráneo que de donde habitan el cazador y su ejército?”

Justo entró alguien a la oficina y no pudo contestar. Pero fue suficiente. ;)

Volvió a la superficie en búsqueda de un montón de carbón, con el cual hizo un fuego gigantesco debajo del piletón mayor. La cerveza entró en ebullición y todos, incluso el cazador de ideas, perdieron la sensatez. Nuestro querido amigo, mientras tanto, se había ido a la superficie a hacer más fuego. Incendió el bar y dijo que toda la cerveza estaba contaminada por un virus muy peligroso, por lo que tenían,

Buen, se imaginan cómo sigue esto. El ratón arregla todo, los malos a la cárcel, todos felices.

¡Aguante el ratón Peréz!


Luis María


Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.