Un hombre de San Isidro llamado Esteban iba lo más contento manejando su Focus por las calles de Beccar. Era un día feriado. Sol radiante. Destino no muy lejano. Llegando a la esquina lo intercepra un conductor, un poco apurado, que frena y se le queda mirando. "Claramente se va a mover, supongo yo" se dijo Esteban. Y el tipo del otro auto siguió mirándolo. "Bueno, a ver si unas luces lo disuadan". Nada. Entonces Esteban decidió bajarse del auto. En ese momento pensó "¿y si me expongo a la violencia?" Pero algo en su interior lo motivó a continuar. Se acercó al auto y:
- Oíme amigo.
El otro baja se ventana.
- José, encantado.
- ¡José! ¡Como mi hermano!
- ¿En serio? ¿Hincha de qué?
- Toda mi familia somos de Atlanta. Cada domingo sin falta.
- ¡Compatriota! ¡El chaca la tiene adentro!
- Justo ahora nos íbamos a festejar a lo de Josesito los 115 años del club con un asadito.
- ¡Qué lindo! ¿Dónde comprás? - Y en eso se escucha la bocina de un auto que quería pasar.
- Qué la chupe. Acá estamos ocupados. Dejame tu telefono y vamos a la cancha juntos. No, no te corras. Me muevo yo primero, dejá.
Y así los estimados se despidieron de un feliz encuentro.
Luis María