- Dale, nos vemos mañana a las 12!

Ese fue el encantador saludo de mi novia, acordando encontrarnos en Croque madame, al próximo día al mediodía, para almorzar por supuesto. 

Se ve que al día siguiente cambió de opinión. Porque la esperé hasta las seis de la tarde, llamadas y mensajes sin contestar de por medio, y nada. Su hermana, con quien ella vivía, me aseguraba que estaba bien. 

Reflexión. 

Conclusión. No pasa nada. Está todo bien. 

A la noche algo raro germinó, estimo. Porque al día siguiente, ¡estaban todos locos! 

Fui al kiosco, le pedi un Pura Frutta ¡y no tenía! "¡Te voy a denunciar al servicio al consumidor!", me despedí. 

En el tren me insulté con la de la entrada norte, con el de la caja, la de los molinetes, con el de la caja de vuelta, y con la de la salida del anden de la otra estación. ¡Dios! ¡¿Qué les pasa a todos?! Mi mente científica me hizo cuestionar, que improbablemente - porque nunca me equivoco -, pero que tal vez, tal vez, también había algo en mí. 

Reclusión en el balcón y a fumar. 

Primero invoqué a mi Maestro - el Espíritu Santo - y le dije que lo perdonaba. Y también al resto del trío. Siempre fueron buenos conmigo. - Lo que tiene que tolerar Dios, ¡que los perdono! -. Después le dije "analicemos". ¿Cuál es el problema?

- No sé... No sé lo que pasa. No se lo que me pasa, qué quiero... 

- "Qué quiero" ¿En qué te la jugarías? ¿Cómo te gustaría servir querrías decir? ¿Tu profesión? 

- No sé. Puede ser... Una vez me felicitaron por ser un buen comunicador, que soy un genio. La verdad me interesa. 

- ¿ Y la música? ¿Y las mujeres? 

-Easy, easy. Vamos por partes. Lo primero lo disfruto más que nada. Pero no me atrae lq atención cuando de eso hablan como la comunicación. Lo segundo... Creo que es más bien para estar que para hacer, aunque también me interese. ¡Sí! Soy comunicador. Ah... Ya no estan tan locos toda la gente. Chau, bueno hablar y deciles a todos ¡que los perdono! Jaja. 

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