El 22 de junio de 2019 parecía ser un fin de semana más en esta vida de libertinaje de la X. Piti, Tato, Rodra, Fercha, Lucio y Pico encararon Derby. Esto fue producto de un asado en lo de Javi. Ahí estaban todos. Se comió entraña y morci. No recuerdo quien se ocupó de la nerca. Lo que sí recuerdo es que Luis, esa noche, profetizó:
-Hoy hay quilombo.
Todos escucharon, pero nadie le dió importancia. Ni siquiera él. Ya Luisma -como le decía Lucio- lo tiró como una amenaza. Felipe le estaba rompiendo las bolas con Dambra…
-Luis, a que no adivinas quién te tocó la nuca.
Luismi -como también le decía Lucius- se caracterizaba por ser alguien paciente. Pero no confundamos bondad con debilidad. Mientras ellos jodian él estaba afilando un cuchillo.
-A vos Dambra, te voy a extirpar ese tatuaje tuyo de una línea. Me voy a divertir. Y a vos, Felipe, te voy a hacer judío, si me explico.
Ante la dudosa advertencia recibida, ambos, decidieron por las dudas cambiar de actividad. Y se fueron a jugar al ping-pong. “Si alguien va a cometer un asesinato hoy, mejor que sea Pico. A Luis lo necesitamos. No sé para qué, pero lo necesitamos”. Eso se decían los perturbadores. Además Dambra dijo:
-Si no tuvo reparo de pegarme en el colegio, frente a todos los directivos, yo mejor la corto.
El asado estuvo muy agradable. Al menos hasta que Pico se puso en pedo y empezó a reclamar que le suministrasen una línea de merca. “Qué gracioso está el chico” se decía Luis. Sí, gracioso.
El tema era, como les venía diciendo, que cinco individuos se fueron a ese boliche. A Pico lo perdieron antes de entrar. Se fue para lo oscuro a anda a saber qué, o con quienes. Tato tenía un contacto y el resto pasó a mitad de precio. Pasaron y en cinco minutos ya estaba cada uno en la suya. La historia no continuó hasta dos horas después, en el momento que todos -menos Pico- se cruzaron casualmente afuera.
-¡Boludo! ¡Mataron a José!- saltó Tato todo excitado.
-Jaja, genial. Yo pongo casa para el festejo-, obviamente ese fue Lucio.
-No forro, es en serio.
-Me estás jodiendo- y comentarios parecidos, saltando todos al unisono.
-Sí, está allá atrás al fondo, tirado en el piso. Aparentemente vomitó como un cerdo y dejó de respirar.
-¿Dónde está Pico?- interpuso Piti. Nadie sabía. Pero Fercha dijo que si la causa no fue accidental, el asesino estaría entre uno de ellos cinco. El tema era que ninguno tenía cohartada.
En seguida llegó la policía y prohibieron la retirada de nadie hasta realizar los interrogatorios de todas las quinientas personas allí presentes. Porque un forense sentenció que había sido envenenado con una droga de mala calidad. Damn. Rodra no tuvo mejor idea que encarar a la policía y comentarles la familiaridad de ellos seis con la víctima.
-¿Y dónde está ese tal Pico?
Nadie supo qué decir más que lo habían perdido en la entrada. La policía tenía grabaciones del acceso y pronto corroboró que este nunca entró al establecimiento.
Entonces se dió lugar a los interrogatorios.
Piti dijo que estuvo las dos horas hablando con una tal Sofía, que no se la comió, pero que ella podía dar fe de todo. Un policía se lo llevó y empezaron a buscarla a Sofía.
Tato dijo que se encontró con dos primos y que estuvo forreando a unas feministas que encontraron afuera. Se verificó rápidamente. Pero hubo unos últimos diez minutos que no estuvo con nadie, que fue cuando encontró a José en el piso.
Lucio dijo:
-Yo odio a José, desde antes de nacer, en la panza de mi vieja, recibí un mandato de Dios que era odiar a José más y más cada día. Que así me santificaría. O sea que ahora, que se consumió mi odio, ya soy santo. Exijo una estatua mía en la cate. No quiso explicar dónde estuvo todo ese rato, pero una rubia que estaba escuchando lo que pasaba dijo que al menos una hora estuvo quejándose del Fernet-cola con poquísimo Fernet que le sirvieron. No se lo cambiaron. La otra hora estuvo escupiendo al barman desde cierta distancia. Hasta que se hincho las bolas y encontró a los chicos.
Rodra y Fercha estaban demasiado ebrios como para atestiguar…
-¿Que cumple José? Hijo de puta, ¡no me invito!
-No boludo, que caldeó José están diciendo-. Esas y otras penadas salían de sus bocas. La policía los descalificó como autores del crimen inmediatamente, y los liberó.
La atención se terminó por fijar en Tato.
-¡Pero les juro que no le tengo tanto odio! Si yo lo hubiese matado me hubiese hecho el boludo y me hubiese ido. Al menos así lo veo yo.
Un cana dijo: -Si es colorado es el culpable, seguro.
Nada parecía resolverse y todo el boliche demostraba descontento. Apareció el dueño de Godoy y dijo “¡pase gratis para todes para el próximo finde!” Y las fieras parecieron calmarse.
Les voy a contar un secreto. El asesino no fue Tato. Después de dos hora de actividad de la bonaerense, y cuando ya todos en el boliche sabían lo que estaba pasando, apareció una chica diciendo que mientras filmaba a su amiga haciendo el meneaito, atrás se veía un tipo alto y rubio metiéndole unas pastillas a otro en el vaso. El policía reconoció inmediatamente a…
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Pitiacles. Exacto. Nunca existió la tal Sofía. Asi que… No, no marchó preso. Apareció el comisario de la zona y dijo que era amigo del viejo de José. Que a José también lo conocía y le agradeció encarecidamente a Piti. Y le dieron dos frees para Godoy a Pitt.
Fin.
Luis María