¿Sabias que cuando yo era chico yo era amigo de la princesa Juliana?

Ella era hija del rey de holanda, y vino por unos años a vivir san isidro, cuando tenia

tres años. Y era socia del nautico. Jugabamos juntos al tenis en el fronton

verde de alla, y tambien le gustaba que la amaque en los juegos. Nos comprabamos

jugos de naranja y los compartiamos.
Un dia hubo una exposición de cuadros.

Nosotros dos estabamos jugando al poli-ladron por el edificio. Y de casualidad

terminamos adentro de esa sala. Lleno de gente estaba, la mayoria grande. Y no

sabes, nos quedamos congelados. No por la gente grande, sino por el cuadro que

vimos en la entrada. El MIEDO que nos dio. Un tigre ... . No sabes lo que era. ¡Un

tigre zarpado! Lo tengo acá, mirá.

Entonces la princesa Juliana me dijo "toma este pincel". Me dió uno y vi que ella tenia

otro pero rosa. "Hace como yo" me dijo, y los dos tocamos el cuadro con los

pinceles magicos. Porque eran magicos. De repente ya no habia mas gente grande

alrededor. Solo habia hojas. Hojas de plantas gigantes, palmeras y arboles.

-¿a donde estamos juliana?- le pregunte.
-¿a donde? Deberias preguntarme ¿con

quien? Fijate quien esta alla sobre ese tronco...

-¡Pero juliana!, ¿vos estas loca? ¡si nos ve nos come a los dos!

-¡Já! ¿Le tenes miedo? Soy valiente, no tarado como vos. Tranquilo. No soy boba- me dijo la princesa. Yo se que hacer para que no nos pase nada.
-A, ¿si? ¿que?
-Facil. Si los dos juntamos las puntas de

nuestros pinceles volvemos de vuelta de la selva al nautico.

Y yo le dije "¿Te referis a este pincel?" Y mostrandole el mio empece a correr lejos

de la princesa juliana burlandome de ella. Al toque el tigre nos vio y levanto la

cabeza. juliana empezo a preocuparse y decirme "¡Luis, Luis! ¡No seas tonto, Luis!

¡Volve! ¡Es peligroso!" Y empezo a perseguirme ¡a los gritos! Mientras yo me guardaba el pincel en el bolsillo. Empezamos a

dar vueltas entre las plantas gritando tanto, y riendome yo, que el tigre se

levanto del tronco y empezo a caminar hacia nosotros. Juliana me dijo "¡basta!

¡Juntemolos ya que nos ataca!" Y el tigre empezo a correr. Entonces empece a

hacer malabarismos con mi pincel. Juliana me agarraba del brazo y no paraba de

gritar. Cuando de repente el tigre pego un salto a muy corta distancia y no te miento;

cuando pude sentir el aliento del tigre en mi cara junte los dos pinceles. Por suerte la magia

funcionaba rápido hace unos años. Obviamente al volver al náutico me comí

un bofe de la pricesa Juliana. Y otro de Ruben por llenar de barro el salón.

Enojada Juliana me pidió que le devolviera el otro pincel.

-Acá tenes, aburrida-. Le conteste de mala onda.

-Eso no es un pincel, es un lapiz- me dijo.
-¡Ah! Se ve que se me mezclaron en el bolsillo...


Luis María


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