Para los pibes, camada '03 San Juan el Precursor

Todo empezó un jueves, cuando íbamos con unos amigos a un bar por unas artesanales. Ahí arrancaron los flashbacks.

– Ponete aspen, nunca falla.

Every breath you take, every move you make, every bond you break, every step you take I’ll be watching you…

TRACK

¡PAM!

– Chau captain. - le dije a mi viejo.

– Adiós muchacho. No la hagas giratoria.

– Lázaro, hola Tere, Rola cómo va, Anselmo, buenas.

– Tarde Silveyra, tarde.

– Disculpame Paul.

“Mi sacrificio es un espíritu contricto…”, se oyó decir a mis compañeros.

– Tu no desprecias al corazón contricto y humillado. Gloria al… - dije uniéndome al coro de voces.

– Una furia de Zeus, dos rojas y una Saisson. Gracias. ¿Y podría apagarnos esa televisión por favor? Gracias.

“En otras palabras, Irak está cada vez más caliente” se oyó decir al televisor sus últimas palabras. “Qaragosh parece un campo de gue…”

– Campo de guerra…– me dije.

– Vamos chicos, tapita a la red, tapita a la red. ¡Ey! ¿Araña buena?

– ¡Araña mala!

– ¿Araña mala?

– ¡Araña buena! ¡Cara, cara, cara! ¡War–field–ito! ¡Chi–qui–tito!

Pero qué limas que éramos. Hablando de limas, eso me recuerda a…

– Limerencia: capacidad de limar, sinónimo de límite, dícese de la propiedad química cuantitativa de Limer, estado mental involuntario el cual es resultado de una atracción romántica. Hagan sus apuestas. Tomás. - decía el profesor de gimnasia en un asqueroso día de lluvia.

– Iván yo voy con la tres.

Las otras teóricas con Jorgito también estaban buenas. Video de Atlanta 96. “Miren el arranque de estos velocistas. Miren cómo explotan” nos decía. Clases re relajadas. En el otro extremo teníamos doctrina.

– ¿A dónde van?

– Al recreo.

– ¿Por qué?

– Porque sonó el timbre.

– ¿Acaso no recuerdan para qué es el timbre? ¿Pablo?

– Para hacerle acordar al profesor que nos puede dejar ir al recreo. ¿Nos podemos ir?

– ¿Perdón?

– Señor profesor Álvaro Perpere, ¿podemos irnos al recreo?

– ¿Petiso cómo está esa roja? Bien ahí, está muy bien también. Che, así que Eli esta con una obra nueva. La rompe toda, ¿no? De dónde lo habrá sacado…

– Buen día señor panadero.

– Muy buenos días tenga usted también. ¿En qué podría yo ayudarlo?

– Estaría necesitando un kilo de pan, si es usted muy amable.

– Cómo no. Sería $1,50.

– ¡$1,50! ¡Pero es una estafa! ¿Cómo puede costar semejante dineral? ¡Es usted un ladrón!

– ¿Está diciendo que yo soy un ladrón? ¡Por la barba de Zeus que me las va a pagar hideputa!

– ¡Canalla!

Feroz pelea. – ¡Magnífico! ¡Espectacular! – exclamó Bachi.

– Estoy con una fiaca de volver en la moto – dice el Petiso.

“Vaguiiiiitoos”

– ¡Qué grande Ale! Buenas bombas de papa. – dije por lo bajo.

– ¿Qué Ale?

– Nada dejá.

– Además al venir me caí en la moto y me raspé todo.

– ¿Qué te anda pasando pibe?

– Agustín, me raspé todo el brazo. Mirá.

– No te preocupes. Tomate esta aspirina y volvé a clase.

– Hoy hable con BendiJoe. Sigue preguntando por las máximas.

– Seguro que se lo afanaste vos.

– Ese libro te digo que no lo toqué.

– Yo lo vi a Anselmo por 25 de mayo* hoy.

– Bisabuelo.

– Tátara. Ya lo discutimos.

– ¿Qué onda tus clases con los pibes, Lechuga?

– Tremendo. Hoy miraba intrigado lo que hacía un chico con la tapita de su boligoma. La pintaba con marcador, le ponía boligoma arriba, y dejaba que se secara.

– Nooo. ¡Yo hacía eso de chico! ¡La tradición se mantiene, hay esperanza!

– Ahí viene mi primo – dice Cuchu. Buenas múltiples. – ¿Todo bien?

Yo le digo – Vos sos un par de años más grande que nosotros, ¿no? ¿Puede ser que fuiste al San Juan también?

– SI SOL SI SOL LA LA LA, LA LA SOL LA SI SOL, SI SOL SI SOL LA LA LA, LA LA SOL LA SOL.

– Clases de flauta dulce, cómo olvidar.

– Man qué pasó. – Interrumpe el Negro reincorporándose a la mesa –. Me voy al baño, vuelvo y me queda la mitad de la pinta. ¿Quién se hace cargo?

– ¿Le digo? – Me propuse. “Fiel testigo de la verdad”, “de la verdad”...

Patio de honor. 2001 tal vez. Un exalumno hablándonos de San Juan el Precursor. Yo recostado sobre el tronco de un árbol, escuchando. De repente me mira y me dice “San Juan se caracterizó por ser fiel testigo de la verdad”. Estoy por irrumpir en la conversación, cual culpable, cuando el gordo se me adelanta y le dice a aquél: – Negro, me hago cargo – confiesa seriamente –. Yo estuve con tu hermana.

Enrique Peñalosa

(*): calle de San Isidro, Gran Buenos Aires

Nota: E. Peñalosa es un pseudónimo épico del autor, que lo acompaño en algunas anécdotas que no figuran en este sitio. Pero muchos de los que aún viven, las han podido escuchar. Se cree que el colombiano Francisco J. "Pachito" Riva fue quien lo apodó así.


Luis María


Foto: Primera comunión de 4to grado, mi división (una de las tres). 1994. Último año del padre Castagne trabajando como cura co-fundador del colegio. 

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