Hay veces que las cosas más sencillas de la vida se pueden volver más complejas de lo que esperábamos. Como Hermenilda y su secador de pelos. O Cintia y su lavavajilla. Pero concentrémonos en Juan. Él tenía una notebook desde hace cuatro años. Cinco meses atrás la batería murió, y la cambió por una alternativa, que es lo que hay. Y hará un mes caputó está también. Qué cosa, ¿no? Qué cagada. En fin. Se dirigió al servicio técnico de computación…
- Buenasss.
Se desarrollo toda la introducción, hasta que llegaron al tema soluciones:
- Lo que yo le recomiendo es que no la arregle.
- Clarísimo.
- O qué la arregle. No soy quien para aconcejarte.
- A bien. Perfecto.
- Sino la podes vender y comprarte otra. Nunca vas a tener la mejor. Tenés que elegir una según tus necesidades.
- Aha, entiendo.
- Pero si no la vas a mover mucho es mejor ahorrarte toda esa plata.
- Ahhhh claro claro.
- Salvo que tengas toda la plata del mundo. Ahí yo me compraría una buena computadora.
- Jaja sí, si ok.
- Pero no quiero que te marees, hace lo que te parezca. Sólo quiero que no hagas una boludés.
- Bárbaro, muchas gracias por los concejos.
Y así Juan se retiró aconsejado del negocio.
¿?
Luis María